La Urgencia de una Solidaridad Sostenible

Estas últimas semanas, en plena pandemia, hemos podido ver las intervenciones en la Torre Telefónica que nos han sorprendido, motivado, dolido y hasta generado controversias. La palabra “Hambre” la pudimos ver reflejada a gran escala, pero es distinto verla que sentirla. Así también, la palabra “solidaridad” es distinto verla que llevarla a la acción, sosteniéndola más allá de una crisis. 

No es primera vez que vemos en nuestro país una gran cantidad de voluntarios que se movilizan en periodos difíciles, donde miles de personas se convocan en torno a fundaciones, ollas comunes, grupos de ayuda, organizaciones y juntas de vecinos, demostrando una vez más que la solidaridad y la ayuda en periodos de crisis es el reflejo de la ética social de muchos.

Es claro que, si bien existe, lo que podría llamarse una “moda solidaria”, esta tendencia no podría sostenerse sin una genuina base al interior de nuestra sociedad. De hecho, la llamada cultura solidaria ha existido en los peores momentos de nuestro país y nunca se ha dado por vencida. No reconocer esto sería desmerecer al ciudadano común, a los gobiernos, municipios y ONG.

Sin embargo, la solidaridad de crisis, de urgencia es eso: urgente, pero necesitamos que se transforme en un acto integral, en un hábito sostenible en el tiempo, generando así condiciones humanas más dignas.

Además de héroes solidarios momentáneos, necesitamos consecuentes permanentes en los distintos espacios sociales, económicos y políticos de nuestro país, lo que significa vivir de una manera más solidaria y conjunta. Si no, mejor que nos dedicamos a otra cosa. Ese, sin duda, sería un gesto de sabiduría y generosidad.

Las acciones solidarias hacia los más vulnerables, requieren más de redes colaborativas que del mero individuo, más del sano reparto de funciones que de la movilización protagónica e individual, que, a mediano plazo, pasada una crisis, dejamos de verlas. 

Esta Pandemia es una oportunidad para repensarnos como sociedad, para repensar cómo queremos que sean nuestra solidaridad en el tiempo, más allá de la acción de emergencia y más allá de los fondos y aportes momentáneos. Veremos si nos hacemos eco y responsables o dejamos pasar la oportunidad de humanizarnos y transformarnos con lo que nos propone. 

No podemos como sociedad, dejar la palabra “Solidaridad” sólo reflejada en el edificio de la Telefónica. Impulsemos un cambio de ánimo y de coraje que convoque lo mejor de nosotros, eso que no se ve, pero está ahí, esperando que lo sostengamos. 

Daniela Yazigi Encina